LA PRIMERA VEZ

Font: Pixabay
Cierra los ojos: recuerda este preciso instante, este momento único. Es el primero y por definición será irrepetible. Guarda este recuerdo en el baúl de las experiencias únicas porque... cualquier día, al recuperarlo, te darás cuenta que ya no eres quien eras entonces; ahora eres más grande, más fuerte, más valiente... y que lo has conseguido, gracias en parte, a ese preciso instante.

Me encuentro con la residente por el pasillo y le hago la pregunta rápida, casi sin respirar -¡tengo otras cosas en mente!-, "¿cómo te fue la primera guardia?" Ella me mira, coge aire y empieza a explicarme cada detalle: desde el primer paciente al último, desde el primer minuto a la última hora interminable después de las 23 anteriores de trabajo... Me explica animada, entre una media sonrisa y preocupación, sus aventuras en esta, su primera vez...

Y yo, con su relato de fondo, me impregno de este sentimiento que casi ya ni recordaba: ¡la primer vez!

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La primer vez que te robó un beso, la primera vez que cocina aquella salsa y -esta vez sí- ha quedado buenísima, la primera vez que te pones delante del público a hacer una exposición, la primera vez que le explicas aquella idea loca a tu mejor amigo, la primera vez que haces sola un viaje, la primera vez que tus padres te dejan volver sola a casa, la primera vez que saltas desde el trampolín de la piscina, la primera vez que le dices "te quiero".



Hoy pensaba que la vida esta hecha de estos primeros momentos, muchas veces vividos con miedo: ¿Estaré toda la mañana cocinando para nada?, ¿la exposición que tanto me he preparado no será interesante para nadie?, ¿esta idea se quedará en el cajón como tantas otras?, ¿pasará algo en el viaje y tendré que volver a mitad de camino?, ¿me tiraré y caeré de plancha?, Y... ¿si no es él? El miedo ciega ese primer momento, no nos deja sentir que, lo importante no es quien, qué o cuando; sino el hecho de ser valientes: coger aire, apretar los dientes y una vez más, sentir las mariposas de lanzarse a lo desconocido superando el miedo y la incertidumbre. La próxima vez que sientas ese nudo en el estómago: cierra los ojos y memorízalo bien. En unos meses, tal vez años, ese momento os podría salvar en una mañana de verano.

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