Visitas virtuales en AP: ¿Preparada? ¿Listas? ¿Ya?

Con la desescalada y consecuente apertura progresiva de las visitas presenciales de los Centros de Salud, tenemos una oportunidad de oro para cambiar aspectos de nuestra práctica diaria que han quedado obsoletos y no están adaptados a la realidad actual.
Los profesionales deberíamos ser proactivos y estratégicos y no dejar en manos del azar la vuelta a la normalidad.




Todos tenemos ganas de volver a ver y tocar a nuestra gente, pero a día de hoy, esto no es posible. El contacto humano, tanto entre profesionales como con la población, aún debe de ser restringido para evitar contagios.


La vuelta a la nueva normalidad debe ser planificada, identificando quién se puede beneficiar de la visita presencial y quién de la virtual. El tipo de visita asignada a cada persona no debería dejarse en manos del azar ni depender de la insistencia o pericia de cada uno. Conseguir una visita presencial con tu profesional sanitario de referencia no debe ser entendido como un premio. La flexibilidad y eficacia de la visita virtual debe comenzar a ser valorada y apreciada por todos; profesionales y usuario/as.


Creemos, erróneamente que la población no está preparada para hacer el cambio, pero quizás somos nosotros, los profesionales sanitarios, los que nos falta atrevernos y dar el paso.


Debemos buscar el "target", la diana de población que se puede beneficiar de la visita virtual. Cuando pensamos en el término de videollamada o consulta telefónica, nos imaginamos respondiendo un motivo de consulta agudo o resolviendo dudas sencillas de una persona joven que agradece el hecho de ahorrarse venir físicamente al Centro de Salud y prefiere tener una respuesta rápida a su problema de salud. Muchas de nosotras ya hacíamos tareas no presenciales como renovar medicación ya revisada y consensuada o comentar el resultado de pruebas complementarias,
pero tenemos que ir más allá, ampliar la mirada y las posibilidades. Como profesionales referentes de las personas, es probable que muchos/as aprecien poder hablar 5 minutos unos días antes de ir a consultas externas o comentar qué le han dicho en el hospital después de una visita o una alta. Incluso se podrían hacer algunas derivaciones o interconsultas hospitalarias que no requieran de una nueva exploración física si ya se había acordado anteriormente la conducta a seguir según evolución.


Las visitas presenciales deberían estar reservadas para la valoración de personas con pluripatología, complejidad, de difícil manejo y donde es imprescindible una exploración física. Sin embargo, en estas personas, las consultas virtuales también podrían servir para hacer seguimiento una vez se haya hecho la valoración presencial de los cambios que hayamos acordado anteriormente. A destacar también, el tipo de comunicación que establecemos con las personas cuidadoras. Probablemente agradecerían tener un contacto no presencial con sus referentes para poder consultar dudas evitando desplazamientos.


La exploración física y el contacto físico cercano, así como observar el lenguaje no verbal, sigue siendo primordial en la mayoría casos y siempre lo tendremos a nuestro alcance. No nos olvidemos que estamos hablando de transformar un % de las visitas presenciales en virtuales, no de anularlas.


Cada vez parece más amplio, el tipo de consulta que se podría hacer de forma virtual, y lo hemos podido comprobar, de forma forzada y no planificada, estos días.


Pero, ¿por qué los profesionales somos tan reacios? ¿Qué es lo que nos hace echar atrás?
¿Hacer el cambio a una nueva práctica clínica?
¿Tomar decisiones sin ver a la persona?
¿El hecho de tener la posibilidad de trabajar fuera del Centro de Salud, nos atrae o nos da miedo?
¿Cómo afectará la convivencia con los nuestros si llevamos trabajo a casa? Dedicaremos más (o menos) tiempo que antes al trabajo?

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